Paco Cabrera
05/01/2024
Xavi Hernández se jugaba más que Xavi García Pimienta en el estadio de Gran Canaria. Por algo insistía al final del encuentro el laureado míster en que el Barcelona era «justo vencedor». Dos veces lo remarcó. Sabía que era falso de toda falsedad. No hay justicia en este fútbol. Pese a lo que diga, el gran exfutbolista sabe que la victoria de su equipo tiene poco de justa. La UD Las Palmas dió una lección, plantó cara y atacó, con gran calidad, a un equipo cargado de figuras y de millonarios fichajes, pero desnortado y en una crisis existencial que eclipsa hasta a un tal Levandowski.
Los azulgranas llevan cuatro años de pesimismo y les queda alguno más. Acabaron ayer la primera vuelta de la temporada en el tercer puesto de la LaLiga y hay más alegría en el octavo clasificado. El año pasado eran líderes y éste marchan más inseguros que Las Palmas. El precipitado debut del ‘Tigrinho’ Vítor Roque, de 18 años, que ha costado 30 millones fijos más otros 31 millones variables, revela más debilidad que fortaleza. El joven brasileño, que utilizó una camiseta térmica por eso del frío de Siete Palmas, nada hizo en su estreno para disgusto de Xavi y de la afición culé ante la que se presenta hoy. Y si hacían falta pruebas de miedo el el cuerpo azulgrana, la explosión de júbilo del banquillo azulgrana con la desgracia del penalti de Sinkgraven lo dice todo. Respiraban en la agonía de enfrentarse al muro de los de García Pimienta.
Vicente Miera, entrenador cántabro con palmarés acreditado, era categórico cuando decía que el fútbol no tiene pasado ni futuro. Solo vale el presente. El palmarés futbolístico de estos dos Xavi en nada se parece. Es evidente, que el pasado no cuenta. Ni de Xavi Hernández ni del Barça.
En fin, hay que mirar al futuro, que vienen los Reyes y la Copa del Rey. La UD puede aliviar el escozor de la derrota del Barça con una victoria el domingo en el Heliodoro Rodríguez ante el Tenerife.